Mi primera vez en Guyana Francesa (parte II)


Una de las primeras cosas que aprendí la primera vez que visité Guyana Francesa es que es el paraíso escondido (o mejor dicho "encaletado" -guardado-) de los franceses. Y en él todo parece estar envuelto en un aire de leyenda y misticismo natural sobrecogedor. Evidentemente, cuando a uno le dicen Guyana Francesa, lo primero que se viene a la mente es el “infierno verde”, apelativo por la que fuera conocido este departamento ultramarino francés gracias a su inclemente calor y sus crueles cárceles.  Pero además, esta fama se acrecentó gracias al libro Papillon, cuyo autor se tomó ciertas “licencias literarias” en el relato de su escape de una de las prisiones de este lugar.

El caso es que, Papillon estuvo preso en Guyana Francesa, es verdad. Como dice en relato él estuvo en la Isla Saint Joseph y posteriormente en la Isla Royale, pero nunca en la Isla del Diablo. Este lugar, al que aún hoy sólo puede ir los miembros de la Legión Extranjera, quienes por cierto SI existen (yo también pensé que era un cuerpo élite de leyenda) y déjenme decirles que hasta miedo dan. 

 

Pero aja, ese no es el cuento. El cuento es que a pesar de ese pasado de horrores y pestes, este es un lugar increíble, lleno de naturaleza virgen y de una mezcla de culturas y sabores impresionantes, que hay que conocer.


De tortugas y mercados


Una de las primeras invitaciones que recibí al llegar a Guyana Francesa fue ir a ver el desove de las tortugas. Yo -y mi Animal Planet interno- (me refiero al canal de la cadena Discovery Chanel) estábamos fascinados con la invitación hasta que nos dijeron que había que levantarse a las 6 am, un sábado, luego de estar casi 20 horas sin dormir. Pero bueno, me ajusté al plan. Me levanté y no comí, cosa que es para mí es un pecado mortal… y les cuento… todo valió la pena.


Al llegar a la playa quedé impresionada. Todo era completamente diferente a lo que había visto y vivido en Los Roques (ver Los Roques: el lugar donde Dios descansó)

 

Estar tan cerca de este milagro fue casi mágico y nuevamente una de las tantas fortunas que experimenté en ese viaje.  Cuando llegamos a ella estaba en el trabajo de excavación y luego de hacer un hueco profundo, pensó que no, allí no, y comenzó a hacer otro.

Guyana Francesa

Ver cómo con sus aletas traseras hacían  el hueco fue algo increíble. Estaba emocionada hasta las lágrimas y cuando finalmente puso los huevos, sentí que había asistido a un parto. Bueno, yo y los pajaritos que, increíblemente, detuvieron su vuelo cuando estaba pasando. Todo parecía sincronizado y es que la naturaleza es eso, perfección ... Y poder admirarla tan de cerca es un privilegio.


Pero la emoción no terminó allí. Ese mismo día fuimos al mercado de Cayenne. Ubicado a unas cuantas cuadradas de la

Quise probar todo.

Comer todo.

Comprar todo.


Pero ... Arropé hasta donde pude (es decir, solo compré lo que pude pagar), y aunque me di el gusto de comprar algunas de esas frutas que yo llamo extraterrestres, me quedé con las ganas de dar más vueltas y de preguntar y probar más.


¿Algo gracioso para contar? Cada vez que me preguntaban de dónde era y la interacción de ambos lados era más o menos así:

 

🙎🏽‍♀De Venezuelaaaaaa (con emoción de representante de concurso de belleza)

👴👱👨🏿👵🏽Ohhhhhhhh (como diciendo pobreeeeeeeee)

🙎🏽‍♀Yeeeeeeeessss (con cara de pues estamos jodidos -con problemas- pero vamos bien o eso creemos)


En fin, cosas que pasan ...


Volviendo al mercado de Cayenne pues encontré que hay un espacio interesante de comida asiática (a la entrada de éste) y una sopa que es la materia obligada a probar ... Y como yo aplico esto de que


La sopa estaba fenomenal y hasta con palitos la comí, mientras disfrutaba de una orquestación maravillosa de algún dialecto oriental y las frases en francés que provenían de todos los lados.

 

Prepárense, porque se vienen más cuentos de Guyana Francesa…



Comentarios

Entradas populares